Jardínes

Publicado en 9 Marzo 2020

Y aquí sentado

entre mis flores pobres

estas astromelias de dos mil la docena,

alimentadas con huesos hidropónicos

desechos de jardines salvajes

que crecen entre las obras negras de una humanidad inconclusa,

de un corazón de cimientos dañados,

un rosario de susanitas quemadas,

de chirosas atrapadas en libros que nadie lee,

en esta fauna de lo mediocre,

me cruzo con tu selva profunda,

con tus manglares de luz y sombra,

enramados de estrella

y laberintos de yarumo 

que esconden los secretos de la creación misma,

el pulso de la tierra entre cada una de tus fibras,

la majestad indiscutible del agua sobre el junco,

tu boca hecha de todo lo que es esencial,

tu alma, tu palabra, tu poesía de enredadera y tundra

me envuelve

y de repente ya no soy una botella de vidrio 

pretendiendo ser un florero,

sino el aliento mismo de la tierra,

un hombre orquídea,

tan azul como tus tristezas

y tan firme como tu espiritú.

Escrito por Nicolás Acosta

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